Una fuerte tormenta de verano asoló el mar rojo. Las fuertes
corrientes marinas desorientaron al joven Valtam, perdiéndolo en aguas
desconocidas. Su musculoso torso, melena larga oscura y larga cola zafiro;
vagaban sin conciencia, guiados la turbulentas aguas. Meri posaba sobre los
lomos de su delfín Caheo en busca de su amado perdido. Tras horas de expedición,
la preciosa sirena se había quedado dormida. Su plateada cola se mezcla con las
tonalidades de su mascota, sus cobrizos cabellos ondean sobre su rostro inmóvil
que. A pesar de estar soñando, muestra un claro gesto de preocupación.
Caheo encuentra a Valtam inerte y empieza a nadar en círculos
mientras emite fuertes chirridos. Meri despierta de su pasajero sueño, observa
a su alrededor y se lanza en picado hacia el cuerpo de Valtam. Rodea con sus
brazos el gran torso de él y apoya su oreja sobre su pecho. ¡Sigue con vida!
Sus labios besan los de él, mientras acaricia su rostro con dulzura. Con la
ayuda de Caheo, que embiste con suavidad la espalda de Valtam, consiguen
despertarlo.
-
¡Valtam! Amor mio, me tenias muy preocupada.
-
¿Meri? La tormenta me atrapó cuando intentaba
ponerme a salvo y perdí el conocimiento. Gracias por buscame, nena.
-
Caheo me ayudó, es el mejor rastreando el fondo
del mar.
Ambos se cogen de las manos y empiezan a nadar felizmente. Sus
labios se mezclan a la par que sus colas. Los ojos arcilla de ella observan los
color oliva de él. Suspendidos en el agua, se abrazan con fuerza y se vuelven a
quedar mirando.
-
Sabia que te encontraría.
-
Tu siempre estas con tus poderes de vidente,
reina.
-
¿Quieres saber que más va a pasar?
-
Prefiero descubrirlo con mis ojos…
-
Mejor con tu cuerpo, mi niño.
Los besos se vuelven más pasionales mientras las caricias se
centran en las espaldas. Las aletas de Valtam cosquillean el vientre de Meri,
mientras sus labios se escurren por el cuello. Ella se coloca en horizontal
mientras acaricia el torso de él, mientras le acarician la cola y el cuello.
Los gruesos labios besan los grandes pechos de la sirena, sin llegar a rozar
sus aureolas. Ambos, claramente excitados, empiezan a tener movimientos algo
más torpes pero más provocativos. La lengua de él se desliza por la canaleta,
para invadir sus erectos senos. Rodeándolos, uno a uno, con sus labios para
atraparlos delicadamente con sus dientes. La cálida lengua rodea la punta de
los pezones, para descender hasta su cuna girando rápidamente. Los gemidos de
Meri alteran aun más a Valtam, que responde con besos en sus pechos
progresivamente más intensos.
El miembro de él, claramente erecto, llama la atención de
ella. Empieza a juguetear con su pene, mientras él continua estimulando su
torso. La mano del sireno se situá por debajo del abdomen de ella y empieza a
acariciar su sexo externo. La masturbación mutua se acelera, mientras sus bocas
se rencuentran de nuevo. La gran diferencia térmica, hace palpable la enorme pasión
que esta emergiendo.
-
Te amo, Meri. Me encantan tus caricias.
-
Yo también te quiero muchísimo, cielo. Me
vuelves loca…
-
¿Y ahora qué refleja el futuro?
-
Lo que desees.
-
Caheo, llevanos a casa.
Caheo nada alrededor de la pareja, contento; Valtam apoya la
espalda sobre el lomo del delfín y se agarra a la aleta dorsal de este. El rápido
Sprint del mamífero marino se mezcla con los besos de la pareja. Mire abraza con
un brazo a su pareja mientras con la otra mano encara el pene de él. Sus aletas
se rizan entre ellas mientras empieza la penetración. Con el ritmo suave del vaivén
del nadar de la mascota, la pareja se fusiona en una sola. Las débiles embestidas
empiezan a aumentar de intensidad, mientras los jadeos y los gemidos se
disparan entre intensos morreos. El éxtasis del momento hace que ambos se
escurran de la espalda del animal y, arrastrados por el impuso, continúan la penetración
cada vez más intensa. Un largo gemido de ella es cortado por los labios de él,
que la abraza con fuerza mientras da sus últimas arremetidas. Los espasmos de
ambos sirven de preludio para lo que esta apunto de llegar. Valtam eyacula
dentro de ella, mientras su temblorosa vagina atrapa el miembro de él. Se
mantienen abrazados hasta que sus cuerpos acaban parándose en el fondo del mar.
Caheo vuelve, sin prisas, para recogerlos de nuevo. Se
sujetan al delfín para proseguir su viaje a casa. Aunque quizás deban para
alguna vez más, y no precisamente para descansar…