lunes, 5 de noviembre de 2012

Valtam y Meri


Una fuerte tormenta de verano asoló el mar rojo. Las fuertes corrientes marinas desorientaron al joven Valtam, perdiéndolo en aguas desconocidas. Su musculoso torso, melena larga oscura y larga cola zafiro; vagaban sin conciencia, guiados la turbulentas aguas. Meri posaba sobre los lomos de su delfín Caheo en busca de su amado perdido. Tras horas de expedición, la preciosa sirena se había quedado dormida. Su plateada cola se mezcla con las tonalidades de su mascota, sus cobrizos cabellos ondean sobre su rostro inmóvil que. A pesar de estar soñando, muestra un claro gesto de preocupación.

Caheo encuentra a Valtam inerte y empieza a nadar en círculos mientras emite fuertes chirridos. Meri despierta de su pasajero sueño, observa a su alrededor y se lanza en picado hacia el cuerpo de Valtam. Rodea con sus brazos el gran torso de él y apoya su oreja sobre su pecho. ¡Sigue con vida! Sus labios besan los de él, mientras acaricia su rostro con dulzura. Con la ayuda de Caheo, que embiste con suavidad la espalda de Valtam, consiguen despertarlo.

-          ¡Valtam! Amor mio, me tenias muy preocupada.
-          ¿Meri? La tormenta me atrapó cuando intentaba ponerme a salvo y perdí el conocimiento. Gracias por buscame, nena.
-          Caheo me ayudó, es el mejor rastreando el fondo del mar.

Ambos se cogen de las manos y empiezan a nadar felizmente. Sus labios se mezclan a la par que sus colas. Los ojos arcilla de ella observan los color oliva de él. Suspendidos en el agua, se abrazan con fuerza y se vuelven a quedar mirando.

-          Sabia que te encontraría.
-          Tu siempre estas con tus poderes de vidente, reina.
-          ¿Quieres saber que más va a pasar?
-          Prefiero descubrirlo con mis ojos…
-          Mejor con tu cuerpo, mi niño.

Los besos se vuelven más pasionales mientras las caricias se centran en las espaldas. Las aletas de Valtam cosquillean el vientre de Meri, mientras sus labios se escurren por el cuello. Ella se coloca en horizontal mientras acaricia el torso de él, mientras le acarician la cola y el cuello. Los gruesos labios besan los grandes pechos de la sirena, sin llegar a rozar sus aureolas. Ambos, claramente excitados, empiezan a tener movimientos algo más torpes pero más provocativos. La lengua de él se desliza por la canaleta, para invadir sus erectos senos. Rodeándolos, uno a uno, con sus labios para atraparlos delicadamente con sus dientes. La cálida lengua rodea la punta de los pezones, para descender hasta su cuna girando rápidamente. Los gemidos de Meri alteran aun más a Valtam, que responde con besos en sus pechos progresivamente más intensos.

El miembro de él, claramente erecto, llama la atención de ella. Empieza a juguetear con su pene, mientras él continua estimulando su torso. La mano del sireno se situá por debajo del abdomen de ella y empieza a acariciar su sexo externo. La masturbación mutua se acelera, mientras sus bocas se rencuentran de nuevo. La gran diferencia térmica, hace palpable la enorme pasión que esta emergiendo.

-          Te amo, Meri. Me encantan tus caricias.
-          Yo también te quiero muchísimo, cielo. Me vuelves loca…
-          ¿Y ahora qué refleja el futuro?
-          Lo que desees.
-          Caheo, llevanos a casa.

Caheo nada alrededor de la pareja, contento; Valtam apoya la espalda sobre el lomo del delfín y se agarra a la aleta dorsal de este. El rápido Sprint del mamífero marino se mezcla con los besos de la pareja. Mire abraza con un brazo a su pareja mientras con la otra mano encara el pene de él. Sus aletas se rizan entre ellas mientras empieza la penetración. Con el ritmo suave del vaivén del nadar de la mascota, la pareja se fusiona en una sola. Las débiles embestidas empiezan a aumentar de intensidad, mientras los jadeos y los gemidos se disparan entre intensos morreos. El éxtasis del momento hace que ambos se escurran de la espalda del animal y, arrastrados por el impuso, continúan la penetración cada vez más intensa. Un largo gemido de ella es cortado por los labios de él, que la abraza con fuerza mientras da sus últimas arremetidas. Los espasmos de ambos sirven de preludio para lo que esta apunto de llegar. Valtam eyacula dentro de ella, mientras su temblorosa vagina atrapa el miembro de él. Se mantienen abrazados hasta que sus cuerpos acaban parándose en el fondo del mar.

Caheo vuelve, sin prisas, para recogerlos de nuevo. Se sujetan al delfín para proseguir su viaje a casa. Aunque quizás deban para alguna vez más, y no precisamente para descansar…  
  

jueves, 14 de junio de 2012

En el salon, mucho mejor



Después de dormir toda la noche como ángeles abrazados el uno al otro y darnos una larga ducha, salimos juntos a dar un corto paseo para buscar ese helado de chocolate y pistacho; y volvimos a prisa a casa porque empezaba a llover. De golpe se fue la luz, justo cuando estamos cruzando la puerta de casa.

Dejas tu bolso... yo vació mis bolsillos en la entrada. ¡Y al instante ambos salimos corriendo porque acabamos de recordar que la ventana esta abierta!. Hace muchísimo aire y parece que diluvia. ¡Ostias la ropa! Salimos disparados de nuevo al balcón para recogerlo todo de inmediato. Todo esta en orden... pero estamos chorreando. Te traigo la toalla para que te seques el pelo, al igual que yo. Nos miramos fijamente y empezamos a reírnos mientras recuperamos el aliento.

- ¡Que pelos se te han quedado! - dices con una enorme sonrisa.

- Anda que los tuyos – contesto

Empezamos a jugar a despeinarnos para luego volver a peinarnos con los dedos. Nos volvemos a mirar fijamente... parece que el resultado no es el buscado, pero da igual... estas preciosa igual. Nos empezamos a besar y abrazar mientras seguimos jugando con el pelo. Los besos traspasaban la barrera de tus labios, a tu cuello; del cuello subo al lóbulo para besarlos, mientras tus labios juegan con mi cuello. Nuestras manos dibujan nuestra espalda hasta las caderas.

Nos frenamos en seco. Me miras sonrojada, nerviosa, seria...

- Es muy pronto para esto... ¿No crees?

- Como quieras, pero mi cuerpo quiere beber del tuyo. Mis labios quieren besar tus secretos. Mi lengua quiere amarrar en todos tus puertos. Mis dedos quieren pasearse por tus montañas y valles...

- Adelante, pero dime que me quieres.

- Decir te quiero es poco, te amo tanto como te deseo...

Nos miramos fijamente, y las manos empiezan a profundizarse debajo de la ropa. Finalmente nos deshacemos de las camisetas, quedando nuestros torsos al descubierto. Mis manos acarician tus pechos aun atrapados por el sujetador con ternura, mientras tus pezones se van endureciendo poco a poco. Mis labios besan tus senos por encima de tu ropa interior y por fin me decido a desabrocharte el sostén. De nuevo tomo entre mis manos tus pechos con los pulgares acariciando tus pezones erectos. El vaivén de mis yemas no hacen mas que alterar tu respiración mientras tus manos alocadas recorren mi cuerpo. ¡Basta! Nos desnudamos del todo, hasta quedar en ropa interior inferior.

- Me encanta apreciar tu cuerpo desnudo – Mientras te abrazo y te susurro al oído.

Tu respondes con una enorme sonrisa y continuas achuchandome.

- Lo digo de corazón, perfecta armonía de curvas que me vuelven irracional. Te deseo mas que el aire que respiro.

Te cojo en brazos y te siento encima de la mesa con suavidad, para colocarme entre tus muslos. No paro de besar tu cuerpo, desde la frente hasta tu torso; para acabar jugando con mi lengua con tus senos. Tu no dejas de jugar con mi pelo, mi cuello... mientras no paro de juguetear contigo. Mis manos se deslizan hasta tus muslos para acariciarlos, reposando sobre tus braguitas para encontrar tus labios y tu clítoris. Tu con tus pies subes por mis piernas y con tu empeine empiezas a rozar mi ingle endureciendo, por imposible que parezca, mas mi miembro. Cada vez estamos mas excitados. No paramos quietos... hasta echar a un lado la tela para descubrir nuestros sexos. Continuamos con la balada de placer. Masturbándonos el uno al otro...

A continuación, me arrodillo frente a ti y acerco mi cabeza a tu pubis. Mordiscos suaves y largos besos recorren tus muslos para terminar acariciando tus labios con la punta de la lengua. Arriba y abajo recorro tu preciado tesoro, mientras intermitentemente me centro en tu clítoris. Mis labios atrapan los tuyos para rozar mi lengua con ellos. Esta finalmente encuentra camino para llegar a lo mas profundo de ti, mientras saboreo tu yo mas intimo. No pienso parar hasta que llegues a la gloria. Y mientras tu sujetas con firmeza mi cabeza. Tus piernas acaban cediendo y atrapándome entre ellas mientras yo, cada vez mas rápido, no deja de masturbarte con la boca... hasta el fin.

Retomas el aliento y me atacas con rabia. Me empujas hacia el sofá y tomas las riendas. No dejas de besarme hasta llegar a mi pene para besarlo también. Tu lengua recorre mi órgano de abajo a arriba, para acabar dentro de tu boca. Las sensaciones me pueden pero no me voy a dejar vencer... quiero llegar hasta el final. Aguanto hasta que subo tu cara para besarte. Te pongo de rodillas sobre el sofá con los brazos apoyados en el respaldo.

Coloco mi miembro entre tus nalgas y empiezo a masturbarlo suavemente, para luego dejarlo caer para penetrarte poco a poco. Mis manos acarician tus caderas mientras las miás aumenta el ritmo. Durante un rato lo mantengo alto para después frenar. Cambiamos la postura, ahora tu quieres ponerte encima.

Buscando algo mas intimo, te dejas caer boca arriba en el sofá, para ponerme yo encima acurrucados mientras tus piernas rodean mis nalgas. Volvemos a estar conectados, pero mas apegados. Suave balanceo para disfrutar del momento mientras nos comemos a besos.

- Quiero que te corras para mi. - Susurras a mi oído

- No, sin ti cielo. - Te contesto

Te escurres de mis brazos con delicadeza aposentandote en un extremo y pides que me levante. Dos golpes suaves al tapizado marcan mi destino. Me siento en sofá y tu sobre mi. Pecho contra pecho, abrazados. Nuestros labios, entre suspiro, chocan entre si; mientras continuamos con el coito. El ritmo se vuelve desenfrenado para abrazarnos mas fuerte, apoyando nuestras barbillas en el hombro del otro. Unos espasmos... y llegamos juntos al clímax final. Se para el tiempo, y nuestros corazones... cuando recuperamos la conciencia nos besamos entre medio penumbra. Nos sentamos el uno al lado del otro, abrazados apurando un cigarro cuando de golpe vuelve la luz... Ignorando la electricidad, nos quedamos en silencio escuchando el ritmo de nuestros corazones cansados y quebrantandolo con los chasquidos de nuestros labios.  

martes, 12 de junio de 2012

Relato Erótico Lesbico: Mi mejor bienvenida es para ti...

Hasta donde llega lo prohibido. ¿Es malo soltarse la melena de vez en cuando?. O mejor dicho, ¿Contigo?. Yo creo que no.

Llevo toda la tarde pensando en ti, en el momento en que entres por la puerta para poderte besar los labios. Con este camisón de seda bermellón con encajes dando vueltas en circulo mientras miro el reloj del salón. Y finalmente escucho las llaves rascar el pomo de la puerta. Y salgo corriendo para abalanzarme entre tus brazos.

Empiezo a besar tus fríos labios que vienen de la calle, pasando mis brazos detrás de tu larga melena y acomodándolos en tus hombros. Nuestras bocas se funden en una mientras tus heladas manos sujetan mis caderas en el aire. Continuamos besándonos el cuello y la boca mientras tu cuerpo va entrando en calor, para finalmente dejarme caer de nuevo al suelo. Te tomo de las manos y mirándote a los ojos te digo.

  • ¿Que tal el trabajo mi amor?
  • Bien, cariño. - Respondes con una sonrisa
  • Me he puesto guapa para ti – Mientras te miro con una mueca picarona y me muerdo el labio inferior.
  • Ya veo, mi nena. - Te acercas a mi oído y me susurras – Me encanta lo que veo
  • Jajajajajajajajaja, me pasa lo mismo.

Bajo la mirada a tus manos aun algo frías, y las pongo encima de mis pechos por debajo del camisón.

  • Así estarán mas calentitas
  • Me encanta notar tu corazón y como tu cuerpo se revoluciona al entrar en contacto con el mio.

Seguimos besándonos y dándonos caricias hasta que acabo por acompañarte al baño, donde te desvistes para entrar en la ducha.

Después me vuelvo al cuarto y desde el marco observo que todo este perfecto para luego. Abro el armario y tomo un par de toallas para volver a aseo. Dejo las toallas sobre el radiador y me acerco a la mampara.

No puedo evitar observar tu cuerpo desnudo lleno de espuma que poco a poco va desapareciendo por el agua. Mientras te enjabonas el pelo de espaldas a mi veo como las gotas surcan tu espalda hasta tu cintura, muriendo en ese culito precioso que tienes. Mi lengua mas húmeda de lo normal relame mis labios secos mientras no puedo evitar las mil y una cosas que le haría a tu cuerpo. Finalmente me decido a golpear el vidrio de la mampara para llamar tu atención.

Te giras en redondo y con la alcachofa limpias el vidrio. Yo por mi parte te observo con una fogosa mirada que genera un gesto amable en tu cara. Pongo mis manos sobre mi cara y empiezo a bajarlas por mis hombros y el contorno de mi cuerpo hasta la cintura. Desabrocho el cinturón del camisón y te muestro mi cuerpo medio desnudo. Inclino mi cuerpo hacia un lado doblando un poco la rodilla y pongo mi mano izquierda en cadera. Tus ojos miran anonadados mi cuerpo y eso me excita aun mas. Sin perder la postura, paso sobre mi lengua el dedo indice de mi mano derecha para bajarlo por mi barbilla, mi cuello, mi escote y desviarme primero a un de mis aureolas para recorrerlas en espiral hasta el erecto pezón. Y luego vuelvo mi dedo a mi boca para acariciar el otro. Y de nuevo vuelvo a humedecerlo para bajarlo por mi escote hasta mi abdomen, dando un giro sobre mi ombligo y seguir bajando hasta a mi ingle frotándome los labios; para posteriormente poner mi mano boca arriba y ofrecértela. Tu, me correspondes con un gesto marcándome el camino hasta la ducha.

Dejo caer mi camisón apartando la seda de mis hombros y dejándolo caer por mi espalda y entro dentro de la ducha. El roció de la ducha hace mi cuerpo mas receptivo a tus caricias y no paro de abrazarte fuertemente mientras mi lengua juega con la tuya. Nuestros pezones erectos rozan el uno con el otro y nuestras manos se deslizan hasta las caderas de la otra. Me encanta que me acaricies los muslos y bajo mis labios hasta tus rodillas para juntarlas y besártelas. Continuo subiendo con mis besos y lametones por tus muslos y tu ingle; tu ombligo, tu pecho y de nuevo tu boca.

De golpe pasas tu mano por mi espalda y apoyas la otra por encima de pecho, inclinando mi espalda mientras la sostienes en uno de tus brazos. Empiezas a bajar los dedos alocadamente por mis pechos acariciandomelos sin rumbo, mientras das fugaces besos sobre ellos. Y tus dedos siguen bajando poco a poco por mi abdomen hasta mi ingle. Acaricias mi clítoris mientras mi cuerpo se estremece de placer; y tu no dejas de aprovecharte del agua templada y de mi flujo para rápidamente jugar con mis labios mientras me besas los pechos.

Un largo gemido se escapa de mi boca mientras uno de tus dedos se introduce dentro de mi, acariciándome por dentro en circulos. Me tienes a tu merced y me encanta. Me vuelves loca con tus besos, tus manos... y no paras de masturbarme cada vez mas intensamente mientras mis piernas empiezan a flaquear, pero se que tu no me dejaras caer. Ahora son dos, los dedos que me invaden por dentro, mientras con el pulgar jugueteas con mi clítoris. No pares porque me encanta. E intermitentemente nos darnos largos besos en los que nuestras lenguas luchan forazmente en que boca de las dos se van a quedar.

No puedo aguantar mas mi amor, me falta el aire, el pulso se me dispara y mis muslos se contraen... y en lo que dura un suspiro llego a un orgasmo tras otro mientras pierdo la razón. Y al volver en si te veo con una enorme sonrisa llevandote a la boca tus dedos mágicos como si fueran un trofeo. Apagas el agua, me abrazas con una toalla mientras tienes tu la otra por encima y me miras fijamente mientras en una voz dulce me dices “¿Seguimos?” a la par que miras a la cama...

Nos tumbamos encima de la cama, me tienes a tu merced con mi cuerpo desnudo a la par que exhausto. Arrodillada con mi viente entres tus muslos mientras te sujetas en el aire con las manos agarradas al cabezal. Adoro ver como tu larga melena mientras tus ojos brillan con luz propia y tu sonrisa picara me observa.

Mis manos se deslizan desde tus rodillas hasta tu espalda arqueada para morir en tus hombros. Y vuelvo sobre el rastro de mis dedos para bajar por tus pechos, para seguir por tus axilas de camino a tus manos. Y tu, mientras aun no he llegado a mi destino, te dejas caer suavemente mientras tu pelo acaricia mi pecho para darme un largo lametón en la cara. Empiezas a mover tus caderas escalando el borde mi abdomen, mi pecho y finalmente dejas tu ingle a la par de mi boca mientras empiezas a jugar con uno de tus dedos dentro de mi boca. Yo respondo dándote pequeños mordiscos mientras lo rodeo con mi lengua y poco a poco le voy dando libertad para que acabe en uno de tus pechos acariciándote a ti misma. Y ami me toca ahora el turno, pues tengo tu vagina al filo de mis labios.

Empiezo a darte besos en tus labios superiores, a amarrarlos suavemente con el filo de mis dientes y castigarlos con la punta de mi lengua. Me tienes prohibidas las manos, así que me voy abriendo paso con mi lengua hasta llegar a tus labios inferiores. Empiezo a saborear el dulce néctar de tu fruto que cada vez esta mas cerca. Finalmente abro la boca del todo para dar rienda suelta a mi lengua y tu empiezas a balancearte sobre mi mentón y mis labios carnosos mientras mi lengua surca tu ingle húmeda. Pero antes de que pueda darte mi ultimo asalto te apartas de mi, reculando hasta mis caderas.

De golpe veo como alzas mis mulsos al aire y pasas tu lengua desde la punta de mis dedos de los pies al empeine y los tobillos mientras acaricia mis plantas y mis talones. Sigues bajando hasta mis rodillas por el interior y me abres de piernas. Te acercas con las rodillas juntas y empiezas a acariciarte la cara con la palma de tu mano para bajarla por tu pecho, barriga hasta tu vagina a la par que vas abriendo tus rodillas a lado y lado; quedando tus glúteos suspendidos en el aire. Me ayudas a sentarme mientras deslizas tus manos por mi cuerpo hasta mis manos y una vez conseguido empiezas a sujetar tus pechos para que yo los pueda besar en aire.

En la misma posición, tomas mis manos y la llevas a tu entrepierna; yo respondo masturbándote con mis dedos, mientras tu haces lo mismo conmigo. Seguimos masturbadonos una a la otra mientras yo beso tu pecho que se balancean de un lado a otro gracias a tu juego de hombros. Cada vez nos masturbamos mas rápido, dejamos una mano fuera de la ingle de la otra para acariciar los pechos a la par que nuestra respiración se dispara.

Rápidamente cambiamos de posición, entrecruzarndonos las piernas para que nuestras ingles esten pegadas una a la otra. Empezamos con caricias suaves intento juntar nuestros labios, luego vamos mas allá y rozamos nuestros clítoris entre si. No se cual de nosotras esta mas húmeda , pero ayuda mucho a que el roce sea mas placentero.

Son movemos cada vez mas rápido y cuando nuestro aliento empieza a flaquear paramos un segundo para, con las piernas aun cruzadas, empezarnos a besar mientras nuestras ingles siguen pegadas; pero esta vez vamos a dar paso a nuestros dedos que empiezan a masturbar el clítoris de la otra hasta llegar juntas al orgasmo mientras nuestras bocas se besan luchando por un poco de aire fresco. Nuestros cuerpos empiezan a convulsionar pero algo nos impide parar y seguimos jugando hasta quedar exhaustas.

Nos abrazamos y nos tapamos el cuerpo con las sabanas mirándonos mientras recuperamos el aliento. Dándonos besitos la una a la otra. Tu mirada se clava en la miá cuando recuperas la lucidez y me dices con voz de niña culpable.

  • Joooo, cariño. Sabes que el rojo me vuelve loca.
  • Ya lo se, ¿Te gusta tu regalo?
  • Me encanta, y sobretodo cuando te pones tu mi regalo.

Nos empezamos a reir. Y hablamos un buen rato, ya encontraremos el momento de comer algo y reponer fuerzas. Porque el postre seras tu, de nuevo...

La Leyenda de Rosa


Durante siglos las aguas han bañado las costas del mediterráneo y miles de personas han sido conquistadas por el canto y la belleza de las Nereidas. Hadas que custodian las aguas ayudando sin pedir nada. A cambio han recibido ofrendas mientras forjaban leyendas de sus altruistas hazañas. Y todos pensaban que estas criaturas mágicas estarían eternamente para servir a la humanidad con la misma sonrisa que aparecen cuando emergen de entre las aguas... pero al sumergirse, ellas se sentían desoladas y no correspondidas, surcando en sueños una vida de placer a la vera del mar. Esperanzadas de ver el mar desde la tierra y el cielo... acompañadas.

Siglos han pasado desde el conocimiento de su existencia y es aquí donde, quizás por ironías del destino o por las ganas de ser algo distinto, se forja esta leyenda.

Nereida perdida por la Costa Blanca, que encuentra tierra para estirar por primera vez sus piernas. Con temor de mirar atrás y volver a ver su hogar, con temor de mirar hacia adelante y no encontrar nueva lumbre. Durante años reinó con tez melancólica la isla de Tabarca acostumbrándose al exterior de los mares, contagiando su hermosura y pureza a la fauna. Luego dicen las lenguas que volvió al mar para llegar hasta la Albufera. Nereida renegada que se convierte en Drinfa, Drinfa desolada que se convierte en humana.

Criatura de luz con alma oscura por la soledad. Invertiendose el interior por el exterior... con un alma clara y un pelo oscuro alabando unos preciosos ojos marrones en honor a su nuevo hogar, la tierra. Un sábado 30 de marzo de 1985 un hechizo la reencarno en un precioso bebe emotivo, nombrado Rosa por venir de entre las flores, por traer consigo su aroma, su colores vivos y alegres que antaño reinaron su cuerpo de ninfa y sobretodo por ser la flor mas pasional de todas.

Años han pasado y aun perdida, buscando su lugar observa el mar mientras las olas riegan sus pies, sus raíces... que la purifican de toda perdida de esperanza, que la impiden marchitar. Por muchos pétalos que le roben, por muchas espinas que tenga clavadas en su cuerpo; nunca podrán agostar sus ganas de encontrar un lugar, encontrar un amor, encontrar la felicidad. Esa felicidad que añoraba en el fondo del mar.

martes, 22 de mayo de 2012

Aprendiendo a vivir... aprendiendo a amarte

Puede que muchas veces miramos al pasado y recordamos cosas desagradables. Errores y experiencias que nos marcan de por vida, incandescentes en el alma para siempre.

No hay cura para los males, no hay luz entre los tenebrosos miedos, no hay nada más que ansiedad, impotencia o desesperación. ¿Y qué más da? No hay razonamiento útil más que el propio aprendizaje obtenido por las malas experiencias. Pero todo lo que se aprende no es lo verdadero. Aprendemos, sin darnos cuenta, mentiras que chocan contra nuestra realidad preconcebida. Y cuando llegamos a ese punto límite en el que la única respuesta que nos damos a nosotros mismos es la del “Quiero, pero no puedo”, nos sentimos algo mejor. Una tirita para una herida que nunca dejara de sangrar si no se cura desde dentro.

Todos tememos enfrentarnos a grandes retos, poderosos enemigos o incluso a nuestro mayores miedos. Objetivos que son fáciles de tumbar si damos con la tecla adecuada. Pero en cambio, irónicamente no tememos a enfrentarnos a peor enemigo de todos; nosotros mismos. Mi yo contra mi yo, mi mente contra mi corazón... Una encarnizada lucha eterna que es totalmente inútil... si una parte de ti mismo mata a la otra, mueres... ¿No es tan bonito visto así verdad?

Imagina tu futuro, déjate llevar... ¿Que ves? ¿Qué tienes ahora? ¿Que necesitas? No te hagas más preguntas, no hace falta... lo demás sobra. Tu estas ahora en un punto y quieres llegar a otro, utilizando un medio. Nada más...

Tenemos demasiada prisa por avanzar, por pensar que pasara más allá del siguiente paso que vamos a dar; y muchas veces vamos demasiado adelante sin dar un paso. Preocuparse por el pasado es tan absurdo como preocuparse por el futuro... Está bien que tengas un plan, un rinconcito con él por si acaso, una carta debajo de la manga... pero pensar repetidamente por qué pasó y el pensar repetidamente el que del futuro te hace perder lo más importante de la vida... el presente.

Mostrándome abiertamente yo también me siento débil, sé que tengo mis cosas, mi carácter, mis defectos. Supongo que me cuesta ver mis virtudes, como a ti. Pero sé que las tengo, y no son pocas. De lo único que me enorgullezco de mí mismo es de ser quien soy... no hay otra. Me gusto a mí mismo, me quiero a mi mismo. Quizás no todo lo que debería, pero me quiero un montón. Qué coño, molo mil. Y quien no le guste, que no mire. Es imposible caer bien a todos, es imposible ser perfecto, es asqueroso ser perfecto... porque si fuéramos perfectos seriamos todos idénticos.

Yo quiero a una persona porque es así, y punto. No me enamore de un cuerpo, ni de una inteligencia, ni de un corazón, ni de una cartera, ni de un gesto... me enamore de un conjunto, de alguien tal como es, tal como era y tal como será.

Supongo que llegados a este punto, y con la certeza de que sé que está leyendo esto... Te amo tal como eres, nena. Con tus defectos, con tus enfados, con tus miedos, con tus manías... Solo lamento una cosa, y es no haberte conocido antes. Pero por otro lado, creo que te conocí en el momento ideal... cuando tu camino se cruzó con el mío. Ni un segundo antes, ni un segundo después.

Yo no lamento haber vivido lo que he vivido, porque me hace ser como soy. Y ser como soy me dio la oportunidad de estar contigo. El fin justifica los medios. Medios que me han hecho valorar cosas que antes no valoraba.

El amor perfecto no existe, es una fábula aburrida que acabaría cansando. La gracia de enamorarse de alguien, como lo estoy yo ahora, es la efervescencia con sus subidas y bajadas mágicas. Errores que nos abren la puerta al aprendizaje de como amar mejor. Pido perdón por todos mis fallos que he cometido hasta día de hoy y por todos los fallos que pueda cometer el próspero mañana... de la misma manera de disculpo los tuyo de ante mano. E imploro clemencia ante esos besos que has querido y nunca te di, esos abrazos que necesitabas cuando tu cuerpo esta frio, esas palabras de ternura que embaucan tus oídos y esos detalles que ansiabas. Por otro lado doy las gracias por esos despertares sorpresa, por esas canciones que tiñen mi mente de amarillo y rojo, por esas lagrimas que me has dejado secar, por esos suspiros que hipnotizan mi alma y esas carcajadas que me transportan al limbo. Minutos, segundos, en los que nos hemos necesitado el uno al otro y no hemos estado a cambio de horas de felicidad es un precio ridículo a pagar.

El gran problema que tenemos es regular nuestro limite, entre el bien y el mal, entre mucho y poco, entre lleno o vació... nos cuesta mucho moderar nuestra palabras o actos para no caer en la pesadez, en el mal gusto o en el desprecio. Y como no, nos equivocamos de nuevo. Ironías que pasan factura, heridas que tratadas a tiempo tienen cura con el amor, la sinceridad y la serenidad.

Mi mensaje es claro. Te amo, eso que quede claro a todo el mundo. Lo eres todo en mis mejores y en mis peores momentos. Cuando estas y cuando no, siempre te siento latir junto a mi alma. Fiel compañera de sueños y retos, amante y paño de lágrimas, mi aprendiz y maestra, el mayor de mis places cuando estás conmigo y el mayor de mis temores cuando no, fuente de esperanza y serenidad que hace que pierda la razón. A quien más de duele dañar y más salud me da al curar. Baúl de mis secretos, arquitecta de mis sueños, dueña de mi corazón, ladrona de mi alma, omnipresente en mi mente, pantera en la cama, compañera de aventuras, mi salvavidas más segura y como no la persona que buscaba en esta vida.

Que mis labios se gasten con tu piel, que mi voz se apague con tu nombre, que mi lengua se seque en tu cuerpo, que mis dedos dibujen eternamente tu cuerpo, que mi olfato se empape de tu olor, que mis ojos se apaguen con tu rostro, que mi cuerpo este apeado a tu vera, que las cadenas del destino nunca se rompan, que el tiempo se pare a nuestro paso, que el mundo se detenga por cada muestra de amor que nos demos, que los dioses nos tengan envidia, que los demás nos idolatren, que nuestro hijos nos tomen de ejemplo, que nuestro padres se sienta orgullosos, que los que nos quieran este cerca y los que nos odian desaparezcan, que la compresión sea nuestra armonía, que la razón sea nuestra canción, que la mentira se extinga, que la paz sea nuestro hogar, que los deseos se cumplan, que la felicidad nos abunde, que los años nos traten bien, que los recuerdos buenos ganen a los malos, que encontremos las respuestas, que nuestro mejor lugar sea allá donde estemos los dos... que... que... que te amo!.  


lunes, 18 de octubre de 2010

Jessica la zombie

Estos recuerdos los dejo para las próximas generaciones, para que entiendan por qué su mundo es como es. Lamento mucho morir de este modo, pero ahora ya es demasiado tarde... Aunque admito que este último año ha sido magnifico para mí. Y todo gracias a ella: Jessica; te amo a muerte y más allá.

Resumiendo al máximo la historia, para que lo entendáis fácilmente; el mundo a principios del siglo XXI era normal. Vivíamos en pleno boom informático y en la televisión empezaba a ser dominada por una rubia cateta que mataba por su hija. La mayoría de gente joven recibía entrenamiento mediante los videojuegos y apenas salíamos de casa excepto para emborracharnos o hacer tratos con el camello. Pero una tarde, todo empezó a cambiar. Dicen las malas lenguas que cierta compañía llamada Umbrella estableció múltiples restaurantes globalmente bajo el nombre de “Wok”. Los regentaban clones humanoides con capacidades de trabajo infinitas. Un cultivo salió de un laboratorio e infecto los múltiples alimentos y de repente la mayoría de gente se empezaba a comportar de una manera un tanto peculiar.

Recuerdo aquella tarde como si fuera ayer. Mis colegas y yo estábamos fumándola y bebiendo anticongelante embotellado y etiquetado como Vodka Vertical. Era barato y nuestro amigo paquistaní nos hacía descuento... pero no es el tema que nos concierne. Después de una fumada de las guapas y de liquidar media docena de botellas empezamos a ver cómo la gente saltaba enormes alturas, tenían capacidades de levitación, fuerza titánica o velocidad enorme. Nosotros comenzamos a reírnos pensando de la marihuana era de la buena y empezamos a ver múltiples luces de sirenas, fuegos, gente luchando por aquí y por allá... pero como mi barrio siempre ha sido conflictivo, no le di demasiada importancia. Pero para mi sorpresa al día siguiente me desperté con una apocalíptica resaca y cuando pensaba que estaba hecho una mierda, por el televisor vi que el “morao” de los demás era peor que el mío.

El caso es que sorprendido por el estado general de la gente yo salí a la calle decidido de investigar donde estaba el festival musical que me estaba perdiendo. Mis vecinas se abalanzaban sobre mí y yo entre escalofríos corría hasta el coche. Pero suerte la mía, que fui a atropellar a un yonki. Cuando salí a socorrerlo casi me muerde. ¡Era un zombi! Durante el resto de días me divertí sembrando el caos entre ellos con armas de caza, objetos contundentes, arcos y demás armas o artículos afilados. Alguno de mis colegas, mis ex profesores, desconocidos, en una residencia, en los barrios bajos apaleando lo que iban con pantalones cagaos escuchando reggaetón, en el parlamento... era divertido, pero al final decidí huir de la metrópolis cansado de matar tanto zombi. Y una vez instalado en una granja a las afueras, me dedicaba al cultivo y la granja mientras utilizaba los cobertizos como atalayas. Pero 3 meses después, todo cambio.

Entre una docena de nuevos allegados hambrientos de mis curvas estaba ella. Indefensa. Ese pelo cobrizo, esa sonrisa dentada, ese cuerpo tan bien definido quitado de un pequeño mordisquito de nada en el antebrazo. Y que estilo... con aquel escote enseñado esa piel tan pálida y amoratada, con la minifalda de flecos y esas medias de rejilla rotas custodiadas por unas botas altas. Quizás para mi gusto le sobraban las manchas de sangre pero nada se resistía a una ducha. Sin embargo lo que me enamoro fue su mirada; perdida, con los ojos claros, clarísimos... como si estuvieran vueltos con alguna venita hinchada. Así que acribille a sus compañeros y baje acercándome a ella. Ella me vio y corría a mis brazos, efusiva. Esquivando algún que otro mordisco la abrace y ella intentaba morderme la oreja, parece que venía con ganas de jugar conmigo. Finalmente la amordace un poco y le hice la manicura porque siempre intentaba arañarme, pero bueno cualquier otro diría que parecía una prostituta pero yo no, yo veía a mi amor de la vida.

Con el tiempo se acostumbró al agua y al peine. Cocinar para ella era relativamente fácil pues comía toda la carne que pudieras pero cruda. Trabajo me costó que al menos comiera con tenedor. Por las noches me acorrucaba y abrazaba su cuerpo frio como el hielo; durmiéndome mientras acariciaba su melena. Por las mañanas me ayudaba con el campo mientras deambulaba con una azada, siguiendo ella a las gallinas que andaban sueltas toda mona. Y las tardes veíamos una película mientras ella me metía mano insistentemente y nunca acaba de ver la película porque acaba besándole su carita, cuello y escote, al mismo tiempo que ella me acariciaba la espalda con fuerza metiendo sus deditos entre las costillas apasionadamente. Pero todo quedaba en eso. Me daba vergüenza pedirle algo más. Aun que he de admitir que el día que más le gustaba a ella era el domingo. Solíamos salir con el coche en busca de algún superviviente para que yo lo sedase un poco y luego le quitaba la mordaza para que ella disfrutara de un buen manjar. Luego se quedaba mansa y tranquila durante días. Me encantaba verla satisfecha y cuando llegábamos a casa nos bañamos para después ir a dormir.

Sus gruñidos me sonaban a palabras de amor, cada vez era más mansa y tierna. Yo me pasaba las horas mirándola. Me gane su confianza e intentaba cada vez menos morderme. Así que tome una dura decisión y empecé a probar a limpiarle los dientes porque su aliento era algo peculiar. Las semanas pasaban y ella poco a poco aprendía a peinarse con un estilo muy personal. Se vestía aunque luego me tocase retocarla. A ratos le quitaba el bozal y le empecé a besar sus morados labios, lástima que cuando le daba el punto intentaba morderme y tenía que volver a amordazarla. Se hizo una mujer muy fiel a mí, apegada, atenta... echaba de menos largas conversaciones y el hecho de no estar siempre pendiente de ella; pero respondía cuando la llamaba por su nombre. Jessica.

Pasaron 9 meses desde la infección global y apenas veías “zombis” por la zona. Empecé a odiar esa palabra porque para mí eran personas, algo agresivas, pero personas al fin y al cabo. Así que como llevaba ya medio año de relación, decidí volver a la ciudad en busca de supervivientes. Puede que con suerte mis padres siguieran con vida. Así que tomamos el coche y fuimos de viaje. Cuando llegue al barrio donde nací todo estaba lleno de balas y barricadas. Casas destrozadas y montañas de ceniza, supongo que por la quema de cuerpos infectados. Baje del coche y note como mi chica estaba hambrienta; así que primero nos dirigimos a casa de un antiguo compañero de clase que siempre me vacilaba. Por suerte seguía con vida y me dio paso a su casa. Tome un suvenir consistente y golpe su nuca. Mire a Jessica y le dije con palabras cariñosas “Desnúdate, te lo comes y luego te das una ducha. No quiero que mis padres se lleven una imagen equivocada de ti”. Ella comprendió mi mensaje y me fui a dar una vuelta por las calles donde me crie. Mientras me fumaba un cigarro en la puerta escuche un par de gritos pero nada grave, por lo visto no le di demasiado fuerte... pero sinceramente odio mostrarme violento delante de mi novia. Me encogí de hombros y proseguí con mi peculiar excursión hasta que pase realmente miedo. A lo lejos venia mi ex con unas gafas enormes de sol y un aspecto decrepito. Rápidamente cargue mi arma y apunte a su cabeza pero ella pidió piedad. En ese momento comprendí dos cosas. La primera era que las apariencias engañan y la segunda que mi ex sin arreglar da verdadero pánico.

Una vez recogí a mi niña, fui flechado a mi casa. Antes de entrar le limpie un poco las mejillas de algo de sangre y entre en casa con total naturalidad. Escuchaba ruido y fui a mi habitación a dejar mis cosas. La puerta estaba cerrada con llave como solía dejarla, genial. Abrí pero antes de encender la luz algo me mordió el bazo con fuerza. Vi mi vida pasar por delante, diapositiva a diapositiva. Encendí la luz para no fallar el disparo y era mi abuela. Asustado y alterado me libre de su mandíbula pero no tenía nada, no llevaba la dentadura postiza; menos mal. Así que fui a limpiarme las babas del brazo. Al salir del lavabo me alegro ver como mi chica congeniaba con la abuela, así que decidí buscar a mis padres.

Sorpresa la mía cuando empezamos a hablar de lo ocurrido. En mis pensamientos intentaba recordar si había pegado una tiro o no a mi abuela el día de la cacería en la residencia, pero resulto que ese día se la llevaron a comer fuera y fue allí donde se infectó. Al no tener dientes, no era una amenaza así que decidieron dejarla en casa con ellos. Posteriormente les presente a Jessica y los gritos de horror de mi madre fueron transformándose en risas al ver que no era agresiva, no si no se lo decía yo. Les intente hacerles una demostración pero ellos rechazaron la propuesta a pesar de que a mí me pareciera divertido. Finalmente nos invitaron a comer y ella se comportó como una dama. Le cortaría los bistecs crudos con una tijera y ella comería con su tenedor como le he enseñado. Así que empezamos a hablar de la situación en el vermut y ellos me ofrecieron cobijo, pero yo lo rechace rotundamente. Ya tenía mi hogar y quería formar familia allí aunque la idea a mi madre no le parecía agradarle del todo. Finalmente nos sentamos en la mesa.

La comida fue emotiva; le explique a mis padres como la conocí, lo mucho que nos queremos y lo bien que se porta. Un día estupendo en familia, quitando algo que me marco. Durante la sobremesa mi padre me hizo una pregunta muy peculiar. “¿Lo habéis hecho?” y yo me quede pensativo. De vuelta a casa la miraba y la cogí de la mano mientras le clavaba mis ojos en su cara. Ella se giró y con su mirada peculiar creo que estaba esperando algo, pero yo no pude hacerle la pregunta que me rondaba durante días por la cabeza. Proseguí con mi vida con ella, masturbándome de vez en cuando, hasta que un domingo durante el baño pasó algo especial.

Estábamos los dos metidos en la bañera y yo limpiaba con ternura su cuerpo con la esponja mientras ella chapoteaba con las manos. Cada vez la veía más cuerda y tranquila. Era como una niña pequeña. Yo me levante de la bañera un poco para tomar el bote de champú y ella inexplicablemente toco mi pene con curiosidad y este correspondió su gesto con una leve erección. Ella parecía divertirle esa reacción, pues no paraba de masajearlo, acariciarlo y balancearlo de lado a lado. Sus gruñidos sonaban a risas cuando la piel cubría el glande y después volvía a aparecer. Y yo, cada vez más excitado, me puse a su lado. Como la bañera era grande no tenía problemas de espacio así que me apegue al máximo a su cuerpo y empecé a besarle el torso con dulzura. Mis labios rodeaban sus pechos erectos y saboreaba su piel mientras mi lengua danzaba, los abrazaba y jugueteaba con sus pezones. Ella me masturbaba con fuerza a la par que yo aumentaba mis caricias en sus senos y mi boquita degustaba cada centímetro de su torso. Su respiración cambio y empezó a masturbarme con una perseverancia atronadora y eyacule sin apenas poder poner freno. Ella quedo impactada por ese hecho y nos fuimos a la cama. Pero no pasó nada más. Durante los baños posteriores, el juego se repetía; yo disfrutaba de su cuerpo y ella de mi pene. Hasta que un día le acaricie su sexo y ella dio un largo gemido, escapando de la bañera rápidamente. Durante días estuvo algo distante respecto a lo que el sexo se refería, pero yo observaba por la mirilla que ella se encerraba y se tocaba felizmente. Y pasaron un par de meses más en los cuales jugábamos de vez en cuando en la bañera y ella se dejaba tocar cada vez más. Creo que llegábamos juntos al orgasmo y seguimos así hasta nuestra cena especial en honor a que había pasado otro mes de relación. Ya llevamos 10.

Esas cenas eran especiales para los dos. Yo solía prepararlas con varios días de antelación. Empezaba buscando un regalo, robando un buen traje y meditaba sobre que menú iba a servir. Normalmente era cualquier rustido para mí y algún granjero soltero para ella. Pero quería algo diferente, era muy importante para mí esa noche. Conocía bien a Jessica y tenía intención de complacerla al máximo. Así que durante la mañana la deje en casa y fui a la ciudad. Sé que ella adoraba la carne fibrosa sin grasas, así que me dirigí a un gimnasio. Espere un par de horas seleccionando lo más adecuado hasta que apareció un chico joven bien musculado. Le invite a tomar un buen vino y el acepto. Hablamos durante un par de horas de él, si estaba sano, si tomaba pastillas para muscularse... necesitaba al detalle todos los datos que pudiera. Nos hicimos amigos rápidamente y lo invite a cenar a casa. Le comente que mi chica estaría encantada de verlo. Pasamos la tarde charlando mientras le daba de beber un selecto brandy, pues dicen que da un sabor exquisito a la carne. Y cuando estaba suficientemente borracho se quedó algo dormido. Rápidamente llame a Jessica que se cambiaba de ropa y serví la cena. Hoy no me importaba que se manchase pues tenía algo muy importante que hacer, era el día elegido.

Nos sentamos en la fornida mesa de roble y en mi lado reinaba el rustido de cordero, el vino y la mantelería de lujo; por contra, en el suyo únicamente estaba aquel muchacho de mi edad desnudo adormilado. Esa noche ella comió con las manos y empezó a jugar con la comida. Yo me reía a carcajadas porque me salpicaba por culpa de sus ansias. Creo que acerté a la hora de seleccionar el manjar. Y comimos hasta quedar satisfechos. Luego ella me ayudo a recoger la mesa y al llevar los restos de su cena al montón de paja y hierba seca, ella puso cara triste. Así que decidí llevarlo al cobertizo y descuartizar sus restos para meterlos en tuppers e írselos sirviendo en raciones calentadas en el microondas; porque si la dejaba picar entre horas, con su gula, luego se sentiría mal al coger algo de peso. Y una vez hecho esto, llego el momento. Ella estaba feliz y tranquila sin bozal, siguiéndome como de costumbre. Creo que empezaba a decir mi nombre, Javier, entre sus gruñidos. La cogí de la mano mientras me arrodillaba. Tome aire y le dije “Jessica, amor mío. Estos diez meses han sido fabulosos. Recuerdo cuando te vi por primera vez con esa elegancia, recuerdo cuando te beso los labios con ese sabor tan amargo. Te amo en todos los sentidos y cada día más. Yo antes era una persona violenta sin escrúpulos; mírame ahora, sería incapaz de matar una mosca. Has sacado el lado más tierno de mí. Deseo tu cuerpo y tu alma hasta el fin de nuestros días. Quiero que seas algo más que mi novia, quiero... ¿Quieres casarte conmigo?”. Rápidamente saque un anillo del bolsillo y se lo puse en sus manos. Yo le enseñe el mío puesto en mi anular mientras que ella reacciono de una manera natural y dulce. Tomo el anillo y se lo acerco a su dedo lo deslizo suavemente por su dedo, pero con un rápido movimiento se llevó a la boca para tragárselo. Yo la observaba con una orgullosa sonrisa. Me había dicho a su modo que si, o eso creía. Total, que empecé a hacer llamadas. La boda seria en 15 días.

Bueno, que decir de las llamadas... apenas pude convencer una docena de personas. Mis padres y la abuela, algún tío que quedaba vivo, unos colegas, alguna amiga de la infancia y un par de granjeros de la zona que seguían con vida porque no me parecían apetitosos. De su familia, poco pude averiguar. Bien recuerdo levemente que en alguna cartera de sus acompañantes del día que nos conocimos, ella salía en una foto familiar. Así que de un modo u otro seguramente los acribille. ¡Ostias! Y como olvidarme de Oliver, mi mejor amigo. Que maquina este hombre... tenía tanto alcohol y drogas en la sangre que a pesar de haber sido mordido varias veces conservaba su personalidad original; un gulas tartamudo algo gilipollas.

Siguiendo con los preparativos me empecé a centrar en la ceremonia. Maestro de ceremonias, vestuario y catering. Dudaba si hacerlo por la iglesia o por lo civil. Al no tener documentación opte por la iglesia; además a mi madre le haría gracia, ya que cuando la invite a la boda se desmayó. Visite unas 5 iglesias y no saque nada en claro. Mi idea era bautizarla y hacer una comunión exprés unos días antes de la boda. Pero todo mi gozo acabo en un pozo. 4 de los curas me querían excomulgar y hacerme un exorcismo, y además, más que una boda me recomendaban una extremaunción para ella. Incluso uno de ellos me hablo de que debería ser quemado como antaño por la Santa Inquisición. A pesar de darme a conocer como Javier ellos siempre me llamaban Hereje. Aunque admito que yo de religión entiendo poco. A bueno, y otro cura nos empezó a disparar mientras hablaba en Latín, pero por suerte tenía poca puntería. Finalmente opte que en vez de una ceremonia haría un convite donde nosotros seriamos los anfitriones. Ahora tocaba la ropa y el catering.

Como sería algo informal, opte por el rojo para ella y el azul marino para mí. Nos hicieron un buen regalo la verdad, pues cuando fuimos a la tienda la mujer empezó a chillar diciéndonos “Coger lo que queráis e iros, pero aléjala, no quiero que me coma”. Yo intente explicarle pero la dependienta no atendía a razones. Fue amable después de todo, pues elegimos el vestido y nos fuimos rápido. Salimos, subimos al coche y cuando volvíamos para casa nos cruzamos con el ejército que iba a toda velocidad. Desde luego parece que los disturbios no han cesado después de tanto tiempo. En fin, cosas que pasan. Pero bueno, antes de ir a casa paramos en un catering de lujo y contrate lo mejor de todo. No iba a escatimar en gastos. Los días pasaban y finalmente todo quedo preparado. Los invitados llegaron y todo estaba dispuesto. Que nervios tenía.

De entrantes pusieron un picapica de exquisiteces mundiales: Caviar, mariscos, quesos y embutidos selectos y cosas más exóticas, delicias que desconocía su nombre; regando nuestros paladares con vinos de una cosecha de antes de nacer yo. Durante el aperitivo Jessica no comió demasiado, excepto los canapés de Carpacho que compartía con mi abuela; aunque acabe diciéndole que no dejara las tostaditas vacías. Luego entramos en la carpa que montaron en el jardín de mi casa y nos sirvieron el primero: Langosta Termidor, oxease, langosta con champiñones y trufa. Luego el plato estrella: Wagyu al estilo japonés, una sabrosa ternera asiática en salsa. Y para terminar, antes de la tarta, un Golden Sundae: bolitas de helado con láminas de oro comestible y selecto chocolate picado. En pocas palabras, un menú sublime. Jessica también disfruto de la comida a su manera. Pasó del Carpacho a la ternera Wagyu cruda, igual que mi abuela. La tarta artesana estaba deliciosa y los licores de gran reserva empezaron a llenar los pesados vasos de cristal. Puros, recuerdo y fotografías enmarcadas de nosotros. Recogimos algún que otro regalo, pero nada especial. Conversamos hasta que el sol se puso y entré a los invitados en casa mientras el catering recogía. Acabaron llevándose el camión y solo quedo el maître. Me disculpe con el reclamándole un poco de tiempo, pues estaba despidiéndome de los invitados. Una vez todos estaban fuera, cogí a Jessica de la mano y fui a hablar con él, que esperaba en su lujoso coche.

Yo tenía mi talonario en la mano esperando el precio de todo. Así por encima calcule unos 50€ por barba, así que pensé en darles hasta propina. El maître me hizo números y me dijo una cantidad astronómica. Mi primera y lógica reacción fue dar dos pasos hacia atrás, mirar a Jessica y decirle “Cómetelo”. Con las cuentas saldadas entramos en casa y nos dimos una ducha rápida. Jessica llevaba dos días sin bozal y estaba tranquilísima, es estupendo estar casado por fin con ella. Caímos rendidos en la cama, aunque quizás no tanto como yo me pensaba.

Nos acostamos en la cama y le bese los labios con dulzura. Ella, por primera vez, me devolvió el beso por iniciativa propia. Sorprendido nos estuvimos dando besitos y jugando con nuestros mofletes, cuello y lóbulos. Arriesgando mi vida, le di un ligero beso con lengua y le gustó. Nuestras lenguas volvieron a rozarse y empezaron a danzar mientras su alimonada saliva se mezclaba con la mía. Empecé a pasar mis yemas por su espalda y sus manos frotaban mis hombros. Nos abrazamos mientras estábamos uno frente al otro, tumbados. Sus manos acariciaban mi espalda y sus pechos fríos presionaban contra mi torso, y se iban endureciendo al ritmo que nuestros besos y lametones eran más intensos. Mis manos pasaron de su espalda a su abdomen, surcando por su cicatriz en dirección a su busto. Tome sus senos entre mis manos, acariciándolos mientras los relamía. Estaba excitadísimo y ella empezó a masturbarme mientras yo le prestaba toda mi atención a sus pechos.

Una de mis manos empezó a descender hasta sus muslos pasando por su cintura y cadera. Mis dedos acariciaban sus labios de arriba abajo, descansando en su clítoris mientras hacían minúsculos círculos sobre él. Ella comenzó a lamer mi cuello, a agarrarme mis labios con los suyos, sin llegar a morderme. La notaba excitada y segura de que no iba a hacerme nada malo. Se lamia sus dedos y me los frotaba por mi pecho y pene. Suavemente la volteé boca arriba, poniendo mi cuerpo sobre el suyo. Introduje mi lengua en su boca amarga, pero a la vez adictiva; luego la deslice por su cuello, escote, abdomen y frene con un sonoro beso en la parte superior de su ingle. Tocaba algo nuevo y hoy era el momento idóneo.

Deslice la punta de mi nariz desde su vagina hasta su clítoris. Un hedor ácido invadió mi olfato y mis ojos se cristalizaron, supongo que por la emoción del momento. Mi lengua rozo con suavidad su clítoris y ella se mostraba risueña. Con eróticos gruñidos, sus manos palpaban sus pechos y su lengua se movía en su boca como la mía en su ingle. Conduje mi lengua hasta sus labios superiores y me los metí en la boca mientras los saboreaba. Su flujo semigelatinoso avinagrado tomo mis papilas gustativas y rápidamente aparte mi boca. Cerré los ojos con fuerza mientras controlaba mis arcadas y con espasmos encogía los hombros. Pero mi deber era complacerla y mientras luchaba contra las náuseas, encontré más afable su sabor. Mi lengua y mis labios jugaron un largo rato con todo su pubis sin dejar ni un centímetro de piel huérfano de amor. Ella empezó a tocarme el pelo mientras sus muslos atrapaban con fuerza mi cabeza. Unos espasmos fueron el preludio de su clímax en mi boca.

Después de eso subí dándole besos hasta su cuello. Arrime mi pene a su vulva y empecé a rozarme con ella. Ella no dejaba de besarme la boca con pasión y yo de acariciar su pelo. Un suave movimiento de cadera introdujo lentamente mi pene dentro de ella, que gemía de placer. A la par que el ritmo aumentaba ella se mostraba más exaltada, así que decidí cambiar de postura. Puse a Jessica a gatas sobre la cama e incline su espalda hasta que su cabeza quedase apoyada sobre la almohada. Mi penetración empezó a ser más rápida y profunda, me notaba cómodo dentro de ella a pesar de un leve escozor y el gélido interior de su vagina. Mi cadera se movía con soltura mientras mis manos masajeaban sus caderas. Uno de mis dedos empezó a masturbar dulcemente su ano mientras ella despedazaba la almohada con sus dientes. No pude aguantar demasiado tiempo y eyacule dentro de ella en el momento en que sus contracciones predecían su clímax. Fue mágico y maravilloso. Jessica se sentó en la cama mirándome contenta mientras apuraba un cigarro. Esa noche comprendí lo fiel que era, quería esperar al matrimonio.

Durante los siguientes días, nuestra vida cambio más bien poco. Lamento el no poder ir de luna de miel con ella, ciertamente nunca he llegado a comprender porque ninguna agencia de viaje nos quiso asesorar. Entonces pase a planificar el siguiente paso en nuestra relación, los niños. Y a día de hoy continuo con la duda de que si soy estéril o no, pues hacíamos el amor diariamente un par de veces. Y probar, probamos de todo aunque siempre acabáramos de la misma manera. Las almohadas y los test de embarazo entraban a casa por cajas, pero duraban poco. Ella cuando se excitaba descuartizaba las almohadas y los test de embarazo siempre mostraban un color purpura brillante, color que no salía en el prospecto. Pero esta mañana, cometí un grave error.

Después de los besos y caricias, yo me dirigía a practicarle el cunnilingus que a ella tanto le gusta. Ella estaba muy activa y acabo empujándome sobre la cama. Acariciaba mi pene y le empezó a dar besos. Me comencé a poner nervioso porque lo único que no habíamos hecho era una felación.
Empezó a meterse mi pene dulcemente en la boca, succionándolo mientras su lengua lo palpaba. También acariciaba mis testículos con soltura. Tenía un don. Yo tuve la maravillosa idea de compartir ese momento y le propuse un 69. Ella me miraba seria, con un gesto de inocencia. Una vez en la postura ella continúo su magnífica tarea mientras yo estimulaba su sexo. Con las manos libres y la excitación comencé a estimular su ano con suavidad y ella lubricaba muchísimo. Ambos al borde del clímax ella aumento la velocidad a ritmos vertiginosos mientras yo le masturbaba con un dildo anal. Sin percatarme de nada, ella empezó a lanzarme ligeros mordiscos sobre mi glande y la sangre activo sus instintos devorándome el pene por la excitación. Yo chille y ella asustada se levantó de la cama. “¿Por qué?”, lamente entre lágrimas y sudores fríos.

Y aquí estoy ahora. En un hospital con la boca amordazada escribiendo mis últimas voluntades. La herida esta suturada pero no me queda mucho tiempo. No hay cura, al menos por ahora. Yo solo pido que Jessica cuide de mí. Solo pido que me dejen libre en mi granja donde por fin he sido feliz. El mensaje que quiero dar al mundo no es que no os relacionéis sentimentalmente con un zombi o que os dejéis hacer una felación por ellos. Si no que no sobrexcites a quien tiene tu pene en la boca.



Primer Relato Impreso en “Escalabrosos relatos de poco miedo” de una Editorial Amateur con tirada de 50 ejemplares.

lunes, 7 de junio de 2010

La Leyenda de Ainhoa

Cuenta la leyenda que la noche de luna llena del 30 de diciembre de 1983 tras romper las ultimas campanadas un ángel descansaba al borde de un pequeño islote del lago de Salburúa. Boca arriba contemplaba la luna hipnotizado mientras por su cabeza corrían ideas de inigualable belleza. Los minutos pasaban en balde sin importarle demasiado donde iba a batir sus alas. El invierno comenzaba a ser presente y la brisa dulce proveniente de la flora inspiraba mas y mas al viajero alado, cada vez mas introvertido. La paz era tan grande que el silencio no natural era totalmente nulo.




Una pequeña discusión entre un par de visones altero al ángel que ascendía con rapidez, pero antes de alcanzar una altura considerable se revolvió con curiosidad y sonriendo volvió a tomar el vuelo. Una de sus plumas se dispendio entremezclado entre la brisa viajando sin rumbo y cobrando mágicamente la vida. Dulce alma a esperas de ver mundo y pluma transformada por magia en un don celestial. Dos cosas tan distintas y destinadas a encontrarse cuando por fin un hermoso bebe que vio la luz dio su primer suspiro, abriendo su alma a la magia. La mezcla fusionada en niña descansaba tras su viaje rodeada de curiosas miradas, custodiada por un ramo de espino albar. Flores que llamo la atención a sus progenitores recordando la estampa de la virgen Ainhoa.




Y así fue llamada, dando honor a la virgen. Con espíritu dulce y puro, sin importarle demasiado las pequeñas pequitas, semejante a la flor que la custodiaba. Un flor hecha fémina, de largo tallo y dulce néctar a modo de sangre que es bombeada por un valioso corazón. Flamante cabellera que bordean un rostro angelical. Capaz de conquistar todo y tan noble que a su vez guarda su magia para esa persona que quedara hechizada y locamente enamorada por su sonrisa. Ainhoa, que no necesita hacer el bien, aunque no sepas hacer otra cosa. Con el don de un ángel y tu que no dejas de hacer progresos para alcanzar ese cielo que ya tenias abierto el mismo día de tu nacimiento.

martes, 4 de mayo de 2010

Sin 5 sentidos

No veo, no huelo, no oigo, no toco y por postres tengo la boca seca por respirar por ella. Atado con las manos a la espalda con una cinta de algodón y un vendaje de terciopelo que aislá todo lo que tengo por encima de mis labios. De pie a las ordenes de ella...

Noto unos dedos surcar mi cuello directos a mi boca. Acarician mis labios y los beso. Pero rápidamente desaparecen. Dos palmas rozan mi pecho y bajan hasta mis muslos. Noto un beso en mi miembro y de nuevo paz. Ahora toca aire, un cálido aliento recorre cada centímetro de mi cuerpo, ademas de un centenar de besos; labios que se paran aleatoriamente sin ninguna regla. De golpe noto una lengua dentro de mi boca, un largo beso que casi me deja sin respiración... me quedo jadeando pero excitado.

Recupero mi olfato, de nuevo tengo la nariz libre... y empiezo a respirar mejor. Algo se acerca a mis labios; erecto, suave... recorro con mi lengua cada centímetro del pezón que tengo al alcance de mi boca. Se aleja y vuelve su gemelo. Me tumban boca arriba y yo sigo sin escuchar, ver o tocar nada. Un frío cubito o eso creo, recorre mi pecho; seguido de una cálida lengua que me seca las pocas gotas heladas que quedan. Erecto, su lengua abraza mi pene para luego ascender y descender. Finalmente acaba dentro de su húmeda boca y apenas tengo libertad para estremecerme. Me lo lame, besa, toca... la tensión se me acumula y no creo que aguante mucho mas. Pero de golpe todo para, para bien o mal. No se cual sera su siguiente carta pero de nuevo estoy de pie. Me sueltan de manos y me acerca hacia ella, o eso creo. Que expectación...

Creo que ella esta tumbada pues me hace ponerme a gatas encima de ella y yo sigo sin ver ni oír. Me toma de la nuca y me acerca a su boca. No puedo tocarla... solo olerla y besarla. Noto sus labios carnosos entre los míos, su lengua bailando con la miá... pero me hace bajar al cuello. Noto algún sabor dulce, que baja poco a poco. Sigo el rastro con mi lengua y paso de su cuello a sus pechos, de sus pechos a su ombligo, de su ombligo a sus muslos; Y alcanzo su vagina. Palpo con la lengua y voy probando, guiándome lo que mas le gusta por el calor, por sus movimientos. Noto el sabor adictivo de su néctar y no puedo parar. Estamos ambos a cien, lo noto... pero hoy no mando yo.

Tras un rato me toma de la barbilla y me hace subir. Su mano coge mi duro pene y empieza a bailar por fuera de su vulva, para posteriormente entrar con una extrema facilidad. Tomándome de la nuca me empieza a besar en introduce los dedos envueltos en su néctar en mi boca. Los saboreo pero los noto algo diferente al gusto de antes. Me pone el alto y me tumba boca arriba otra vez. Me ata de pies y manos a extremo de la cama... y de nuevo me siento dentro de ella, sin embargo la noto algo mas tensa y menos húmeda. Los sentidos me empiezan a jugar malas pasadas.

Sin venir a cuento noto algo encima de mi barbilla, empiezo a palpar con la lengua y eso de nuevo el antiguo sabor. ¡Ostias! ¡Resulta que son dos!. La excitaron es máxima y no puedo de dejar de degustar el placer ante mi mientras el coito empieza a ser demasiado largo para mi. Mi cuerpo se estremece y de golpe ambas salen de encima mio. Sus dos lenguas recorren mi pene mientras yo irremediablemente eyaculo sobre ellas. Pero la cosa parece no acabar pues se esfuerzan en endurecerme el pene de nuevo y parece que lo consiguen con relativa facilidad. Me aflojan el vendaje de la cara y recupero el oido, pero sigo a oscuras.

El ruido excitante de la doble felación pronto acaba cuando de nuevo otro de las vaginas envuelven mi pene de nuevo. Las nalgas de una de ellas se aposentan sobre mi y me ponen en bandeja por detrás su vagina y ano. Mi lengua recorre el metafórico valle de arriba a bajo mientras unos dedos masturban el ano. Oído gemidos, besos y el vaivén su entrepierna que amortigua con la miá. Sobre mi pene hay mas movimiento y creo que es una mano que masaje el clítoris de mi prisión. Noto los espasmos, la sobre lubricación de la vagina y un largo gemido seguido de un jadeo. Se intercambian posturas y ahora unos muslos se asientan en mi pecho y dejan la vulva a la altura de mi barbilla.

El próximo coito es mas lento, noto un ano hambriento que poco a poco me va devorando al ritmo de unos grandes gemidos. Mientras una mano coje con fuerza mi cabello acercándome hacia la boca de la vagina con la cabeza rodeado entra sus piernas. Incesante circulo vicioso que acaba cuando empiezo a notarme preso de unos muslos por la cabeza, unas afiladas uñas que agarran mis rodillas con fuerza y un cuerpo que vuelve a irse. Eyaculo con fuerza dentro del culo mientras me “ahogo” en flujo por la boca. Los tres caemos rendidos, ni respiración o fuerza. Se tumban una a cada lado y luchamos por el poco aire fresco que queda.

De golpe me sueltan y me quitan la venda. Me veo a mi amante de pie con una cámara en la mano y a lado y lado dos gemelas amigas de ella. Sorprendido y en shock, ellas se levantan y se sientan en sendas butacas colocadas a lado y lado de la cama. Expectante situación y largo silencio que se rompe cuando mi amante me dice “Ahora me toca a mi”, tomando mi miembro entre sus manos y reanimandolo... Sigo pensando el que ha pasado cuando de nuevo ya vuelvo a estar empalmado.

Rebecca, esto me la pagaras caro...

domingo, 2 de mayo de 2010

Ser

Erase una vez un pueblo muy lejano donde un solo ser vivía envuelto de espectros
Ser alguno pudo comprender su dolor y lo tachaban de loco
Y este ser descubrió que la razón de su padecer era su locura
Las lenguas no se equivocaban, pero los espectros al ser se lo negaban
Huyendo encontró refugio en ninguna parte, y ser decidió destino alguno
Y grito: - Si he de ser llevado por el camino de la amargura y escapar de la muerte
Que la gente se entere que ningún ser podrá contener mi amargo andar
Que ser libre es igual de importante que el padecer de preso
Que el castigo eterno no puede ser se soluciona con un solo hecho
Y solo pido ser devorado por eterna nube negra a la que llamáis soledad
Para salir de ella y reencontrarme con ese ser, mi arcángel perdido
Pero que por caprichos del destino nunca más podre este ser podrá besar
Y es cuando este ser cansado y desvalido al fin podrá descansar
Sin ser el castigo de una alma sin más culpa que el amar –
Al final el ser fue devorado por sus miedos y sin cordura salto por el precipicio
Y dicen las viejas lenguas que jamás el ser volvió a tocar luego alguno
Ser eterno sin final más amargo que su partida sin rumbo ni destino

La Leyenda de Astrid

Dice la leyenda que allá por el fin de la primavera de MCMLXXXVII un pétalo de rosa se dejo llevar por corrientes celestiales y emigro a mejores parajes, donde las nubes abundan. Pero fue empuñado por un ser alado y este quedo fecundado. Pocos días pasaron cuando un nuevo ser nació del alado. Bello, delicado, único y hembra… Se oyó un estruendo, que retumbo el cielo y el mar, un grito de horror... Pero tras la tormenta llego la calma, y el horror pasó a ser milagro. Pues no hay ángel unisexual, sino el asexualismo es lo mandado.

Ella fue adorada y gratificada, pero también envidiada. Con el tiempo la euforia se fue apagando y el mal estar se generalizo, hasta el punto de ser odiada y expulsada. No por mal alguno, sino por reprimendas estéticas.

Voló por tierras y mares, buscando cobijo de un tiempo lluvioso. Entre tenebrosidades y alboradas, llego el frió invernal. Padeciendo nieves y ventiscas perdió fuerzas y ganas de luchar. Callo al vacío, hacia ningún lugar, pero antes de tocar suelo alguno noto de nuevo calor. El calor que da el abrazo de una madre. Por fin dio con ella, su mente no pensaba en nada más. Quería volver a empezar, olvidar todo lo demás. Olvido el hablar, el caminar, el volar… sus alas se neutralizaron. No volvió alzar el vuelo jamás, porque aquí codiciaba permanecer.

Nueva vida, nueva identidad. Renacida en los brazos de su nueva madre. Astrid fue nombrada, porque resistió el frió crudo… porque tenia “la Fuerza de Dios”.


XXVII Febrero de 1988