domingo, 2 de mayo de 2010

Descarga de conciencia. Capitulo IV: Una estrella fugaz eterna que me trajo suerte

Con el nueve arrancado del calendario y mi reloj marcando las 5 de la tarde, me dirigía a Plaza España con el MP3, al auricular cantaba esa joya que se llama Pedro, de Lunatic. Y a grosso modo tenía una gran sonrisa por verla de nuevo. Navegando entre canciones me encontraba con tema que perforaban mi alma, Héroe de Leyenda, Dos Almas, Lax’n’Busto… pero es algo lógico y natural. Al salir del metro recuerdo que sonaba “Music for your eyes” y suspirando me encendí el cigarro mientras caminaba. Al llegar al portal automática mente paso a la siguiente y por ironías un “In this world you will never be mine” seguido de un “en fin” de mis propios labios. Subía las escaleras como siempre silbando, excepto cuando bebo, y me encontré con ella de frente más guapa de lo normal. Y es que aunque creyese que Grease fuera sublime, su mirada era más y más bella. Pero he de admitir que si me fui con una “Sirena Bípeda” volví con una especie de Ángel sin alas.

Fuimos a tomar algo y ella decía tener las ideas claras. Entramos a un Pub Irlandés y Guiness en mano nos sentamos en mi mesa favorita. Hablamos como se costumbre pero ella esperaba algo mas y panoli de mi no sabia como hacerlo, y es que aunque confié mas en mi, hay cierto detalle suelto. Admito que me cuesta, pero lo hago; pero si eso implica cagarla y mas teniéndome medio loquito, la cosa cambia.

Sermón en labios, a modo de declaración y final feliz. Como en las películas malas de cualquier sábado tarde, pero sin asesinato. Mis labios se fundieron con los suyos notando como mi pecho explotaba y mi espalada se quebraba dejando vía libre a mi alma, teletransportada al mismo limbo. Y todo empezó, circulo vicioso de felicidad. No recuerdo que cara era más o menos resplandeciente pero al volver al piso la gente nos miraba atónita. Y llego la despedida. Y aunque fuera temporal, admito que yo quería dormir con ella y ella no quería dormir sola. Pero aquel día 10 fue irónicamente eso.

Volví de Andorra un domingo y lo primero que hice fue escuchar de nuevo su voz que me sulibeya. La noche fue larga, placida, cariñosa y con compañía. Y desde aquel momento me siento amorfinado. Y es que tu sabor me adicciona, tu olor me excita y apacigua y los besos rozan mi alma. Tu mente es tan perversa e ilustre que me enamora. Los minutos sin ti se manan perennes y contigo se aceleran tanto como mis palpitos. Y es que nena, en aquel beso me robaste el alma. Mi amor va en aumento y mi deseo es insaciable. Pero aunque tenga los pies en la tierra, me siento libre. Ahora ya no te puedo recordar triste y eso me deleita, pues disfruto solo con verte feliz.

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